jueves, 18 de junio de 2015

Bajo el llanto del cielo.

     La Soledad y yo caminábamos juntos de la mano. Las primeras gotas caían delicada y dulcemente. Paso a paso mi cuerpo volaba por entre los tejidos de lo irreal, buscando adaptarse, buscando quererse. Es curioso que cuando el cielo está triste yo esté contento, ¿o será que llora de alegría al verme feliz?
     En la oficina la poca actividad me permitió escribir algunas líneas: 

     "Los Disparos de Silencio tomaron el rumbo de mi alma, recorren mis venas cual sangre y arden como cuando esta brota. Hoy me quiero aún menos y la esperanza parece extinguirse. De ella sólo quedan cenizas y se esfuman con el susurro del viento. 'Inmerso en su soledad infinita, decidió entregarse al mundo de los sueños' ¡Es lo más correcto y sincero que me he escrito!;
Inmerso en su soledad infinita
Decidió entregarse al mundo de los sueños
Parece que de él todos son dueños
Y su estupidez ni quien se la quita

Inmerso en su soledad infinita
El llanto se ha vuelto cotidiano
El pensamiento es pesimista, no ufano
Rechazo, golpe, cita.

¡Inmerso en su soledad infinita
Hacia el fondo va en busca de sirenas
Que hagan sus tardes más bellas y amenas
Porque su alma no aguanta más, pobresita!"

     Y sin embargo, la lluvia y sus caricias exquisitas, la lluvia y su suave y tierna compañía, han cambiado mi día por lo menos unos instantes. 
     ¡La lluvia y yo, eterno romance sin complejidades, sólo distancias de verano!




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