martes, 14 de julio de 2015

Anhelos.

     Tomé al mundo en mis manos. Mi mirada se cruzaba con todas y cada una de las de los habitantes que estaban en su interior. Ellos me observaban inmóviles, aterrorizados. 
Allí estaba ella, Venus P, con los ojos abiertos como esperando que yo hiciera algo. Con una tranquilidad casi temible lancé un suspiro, provocando un fuerte pero exquisito viento. Inmediatamente se vio un espectáculo: cabellos ondeando, faldas levantándose dejando ver algunas hermosas piernas, globos de helio arrebatados de las manos de los niños, sombreros al aire y sobre todo, la sonrisa dibujada en su rostro. Le devolví la sonrisa y de pronto, todo el mundo, al mirarnos, se llenó de alegría...
   
     Los rayos del sol que atravesaban mi ventana me despertaron. Claro, tenía que ser sólo un sueño, pero estoy seguro de que en la realidad, su sonrisa sería capaz de revolucionar a este planeta. A pesar de todo desperté de mal humor, supongo que se debe al saber que al abrir los ojos todo vuelve a la normalidad.
Salí a la calle y caminé por un rato.
     —Hola— me dijo una niña de unos ocho años. Era morena y de cabello largo, vestía a la moda y caminaba con gran seguridad. Seguro estoy de que cuando crezca será por demás atractiva.
    —El es mi novio— le dijo a sus amigas cuando creyó que la distancia era suficiente para que yo no la escuchara. ¿Acaso era su amor platónico de la infancia? En fin, dejé que alardeara, no hacía daño a nadie. 
      Casi inmediatamente pasaron dos niños montados en un palo de madera con una cabeza de caballo al frente. ¡Qué divertido! ¿Por qué ya no podía hacer eso? 
Subí las escaleras y entré a mi  apartamento...

     -¡Qué ridículo!- murmuró una señora a su comadre.
     -¿Qué se supone que hace?
     -¡Qué vergüenza! 
     A lo largo de la calle Torres Quintero, un chico de aproximadamente dieciocho años "cabalgaba" sobre un palo de escoba. "¡Arre!". Dobla en la esquina y se aleja velozmente...

     Es curioso haber iniciado el día anhelando el querer de una mujer, y terminar cumpliendo el deseo de libertad y de retroceso... 

     La cabeza de caballo cruzó la avenida. Debajo del camión estaba el palo de madera partido en dos y dos metros más adelante, la sangre corría, una vida se esfumaba y un anhelo quedaba en el recuerdo...

    

Dibujo hecho por mí hace aprox. 3 años.

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