sábado, 8 de agosto de 2015

Aire y tiempo.

     Es casi medianoche y comienzo a garabatear un himno a tu recuerdo. ¿Sabes? Es algo complicado, porque no encuentro las palabras precisas ¿Qué decir si ya todo lo he dicho? El problema es que me he dedicado a escribirle a cualquiera y me he quedado sin versos para ti. 
     ¡Ya sé! Hablemos del aire, ese medio de transporte que mis caricias utilizan para llegar a ti. 
Sí, sí, hablemos del aire y lo que trae consigo; el polvo, las hojas del otoño, los cabellos ondulantes y las faldas levantadas y las piernas descubiertas y las bufandas y los abrigos... Y tu aroma.
Hablemos del aire que, cuando es frío, nos regala las mañanas de café y chocolate caliente, o las tardes de películas y paseos por el parque, o las noches de sexo y de amor... 
¿Amor? (Ya apareciste);
¿Me escuchas? (Quisiera que lo hicieras);
¿Me lees? (Deberías, y no hablo de mis textos, sino de mi piel);
¡Basta! ¡Esto no es arte, esto no es el homenaje que mereces!
     ¿El tiempo? Muchos dicen que son amigos del tiempo pero...¡No! Él ni siquiera existe cuando tú estás cerca. A ese maldito se le ocurre desaparecer cuando me miras. A ese maldito se le ocurre huir para no caer rendido a tu sonrisa como yo. A ese maldito se le ocurre abandonarme justo cuando me abrazas ¿Qué clase de amigo es ese? 
Aunque, pensándolo bien, ¡qué bueno que me deje a solas contigo! Inmóvil, con el corazón estallando y los sentimientos al aire (¡Ah! después de todo, el aire también encaja), pero contigo...
Aire y tiempo ¿Algún día conspirarán a mi favor?
Digo, si me dieran la dicha de un beso tuyo empapado en viento, mientras el tiempo se detiene a observar y aplaudir ¿Qué más podría pedir? Claro, que sea verdad...


P.D. No te maquilles, mujer. Te ves hermosa pero te prefiero natural, al fin y al cabo, el aire, el tiempo y yo, sabemos quién eres...




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